Falta de atención, hiperactividad y/o impulsividad que interfiere con el funcionamiento o el desarrollo de la persona que lo padece. Estos son algunos de los síntomas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad, comúnmente conocido por sus siglas (TDAH).
Se trata de uno de los trastornos de salud mental más frecuentes, con una prevalencia de en torno al 7-10 % de los menores en edad escolar y de alrededor del 3 % en la población adulta, afectando el doble a varones que a mujeres.
Con el objetivo de dar visibilidad a este trastorno y mejorar la comprensión sobre sus aspectos patológicos, cada 13 de julio se celebra el Día Internacional del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad.
Hasta el momento, no se ha esclarecido una causa precisa por la que una persona desarrolla TDAH. Sin embargo, se asume una base genética. En cuanto al tratamiento, debe ser multidisciplinar y en equipo, incluyendo a médicos, terapeutas y, en el caso de los pacientes pediátricos, también a profesores y padres.
El tratamiento farmacológico se reserva para aquellos casos en los que la terapia psicopedagógica, psicosocial y cognitivo-conductual resulta insuficiente para el control del TDAH y éste provoca una alteración importante en la vida del paciente.
Tratamientos
Los fármacos más empleados son dos psicoestimulantes derivados de la anfetamina: el metilfenidato, considerado habitualmente como el tratamiento de elección en la mayoría de los pacientes, y la lisdexanfetamina, un profármaco de la dexanfetamina. Los fármacos no estimulantes con indicación específica en TDAH –atomoxetina y guanfacina– ejercen su acción principalmente sobre la noradrenalina.
El Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos se suma a la conmemoración de este Día Mundial con la publicación del informe “Trastorno por déficit de atención e hiperactividad”, en el que se revisan los aspectos clínicos del trastorno, su tratamiento y el papel asistencial del farmacéutico.
Papel del farmacéutico
Los farmacéuticos, especialmente a nivel comunitario, desempeñan funciones esenciales para el adecuado control del TDAH.
Dadas las características del tratamiento farmacológico, el seguimiento farmacoterapéutico facilitará el control de los síntomas en estos pacientes y contribuirá a reducir la incidencia y el impacto de los efectos adversos, entre los que destaca el efecto anorexígeno con los fármacos estimulantes, que puede llegar a comprometer el crecimiento normal en el caso de la población pediátrica.
En este proceso, la participación activa del paciente y sus familiares o cuidadores favorecerá la adherencia al tratamiento.