Los fármacos inhibidores de PARP (iPARP) han revolucionado el tratamiento del cáncer de ovario avanzado, especialmente en pacientes con mutaciones BRCA o alteraciones genómicas concretas, tanto en recaída como en el tratamiento de primera línea.
El impacto en supervivencia es claro en pacientes con mutaciones BRCA de línea germinal, junto con una mejoría de la calidad de vida. Estos avances representan un cambio de paradigma en el manejo de la enfermedad.
En el marco de la campaña de comunicación “En Oncología cada AVANCE se escribe en Mayúsculas”, SEOM ha dado a conocer la evolución y los avances médicos que se han sucedido en estas últimas décadas en el tratamiento de los diferentes tumores.
Coincidiendo con el Día Mundial del Cáncer de Ovario, que se celebra cada 8 de mayo, esta asociación destaca a continuación los avances más importantes en cáncer de ovario.
El cáncer de ovario es una enfermedad de mal pronóstico. Es la principal causa de muerte por tumores malignos ginecológicos en el mundo occidental. Varios factores influyen en la alta mortalidad de esta neoplasia, pero el más determinante es que la mayoría de pacientes (70-80%) se diagnostican en estadios avanzados de la enfermedad debido a la dificultad en el diagnóstico precoz.
Según los últimos datos ofrecidos por el Informe de SEOM Las cifras del cáncer en España 2024, la estimación de nuevos casos en nuestro país de esta enfermedad para el año 2024 es de 3.716 casos, lo que la posiciona como el octavo tipo de cáncer más frecuente en las mujeres.
En la actualidad, se sabe que es una enfermedad heterogénea. Existen al menos cuatro subtipos histológicos que se comportan de forma distinta, tanto en frecuencia como en pronóstico, y diferentes subtipos moleculares. La identificación de nuevas dianas (deficiencia de la recombinación homóloga o HRD) y la personalización de los tratamientos permiten una mejor selección del tratamiento para nuestras pacientes.
El tratamiento estándar del cáncer de ovario avanzado consiste en la realización de una cirugía con el máximo esfuerzo citorreductor, ya que lograr la resección de todo el tumor visible es uno de los principales factores pronósticos en esta enfermedad.
En función de una serie de criterios clínicos, se administra un tratamiento de quimioterapia previo y/o posterior a la cirugía con carboplatino y un taxano, habitualmente paclitaxel. Aunque los resultados del tratamiento primario han mejorado gradualmente, aproximadamente la mitad de las mujeres tendrán una recaída en los tres primeros años.
La elección del tratamiento a la recaída dependerá del tipo tumoral, de la duración de la respuesta a la primera línea, de las toxicidades presentadas y de agentes utilizados, de la situación clínica y preferencias de la paciente y de la presencia o no de mutaciones en BRCA. La identificación de factores predictores / biomarcadores es vital para ello.
Existen otra serie de tratamientos complementarios a los esquemas de quimioterapia que actúan sobre dianas específicas del crecimiento tumoral y que han demostrado ser beneficiosos en diferentes escenarios del cáncer de ovario avanzado. Una de estas estrategias terapéuticas es el tratamiento antiangiogénico, representado por bevacizumab, que persigue el bloqueo de la formación de nuevos vasos sanguíneos por el tumor para así dificultar su crecimiento.