Hoy se celebra el día mundial de la Salud Mental, promovido por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Bajo el lema «Salud Mental en el Trabajo«, la campaña de este año pretende concienciar sobre la relación entre nuestro bienestar mental y nuestros entornos laborales.
“Los lugares de trabajo seguros y saludables ayudan a proteger la salud mental, mientras que las condiciones poco saludables, la estigmatización, la discriminación y la exposición a riesgos como el acoso y otras condiciones de trabajo deficientes son riesgos importantes que afectan a la salud mental y la calidad de vida en general y, en consecuencia, a la participación y la productividad en el trabajo”, explica la institución.
Tomar medidas teniendo en cuenta a los trabajadores
La OMS alerta sobre el impacto de este problema: “Si se tiene en cuenta que el 60% de la población mundial trabaja, resulta urgente tomar medidas para que el trabajo prevenga los riesgos para la salud mental y la proteja y fomente”.
Por eso, exhorta a los gobiernos, las empresas, las organizaciones que representan a los trabajadores y otras partes interesadas a aplicar medidas en las que se tenga en cuenta la opinión de los empleados, así como la de “personas con experiencia directa” en este tipo de problemas.
El objetivo es que “todos los trabajadores tengan la oportunidad de desarrollarse en el trabajo y en la vida. Debemos actuar hoy para que el mundo de mañana sea más saludable”.
Los datos de 2019 apuntaban a que el 15% de la población adulta en edad de trabajar tenía un trastorno mental. Y no solo eso, se estima que cada año se pierden 12.000 millones de días de trabajo por causa de la depresión y la ansiedad, lo que supone un coste de casi 1 billón de dólares al año en pérdida de productividad.
“Los riesgos para la salud mental en el trabajo, también denominados riesgos psicosociales, pueden estar relacionados con el contenido o el horario del trabajo, las características específicas del lugar de trabajo o las oportunidades de desarrollo profesional, entre otras cosas”, explica la OMS.
Entre ellos, se encuentran las cargas o ritmos de trabajo excesivos, los horarios prolongados o antisociales, las condiciones físicas, la violencia y el acoso, la discriminación y la exclusión o la inseguridad laboral.
MAYOR RIESGO
La situación es aún más grave para los segmentos de población menos favorecidos: “Más de la mitad de la fuerza laboral mundial trabaja en la economía informal, en la que no hay protección regulatoria en materia de salud y seguridad. Con frecuencia, estos trabajadores operan en entornos laborales inseguros, durante largas horas, con escaso o nulo acceso a protecciones sociales o financieras, y se enfrentan a la discriminación, todo lo cual puede redundar en detrimento” del bienestar emocional.
“Aunque los riesgos psicosociales pueden encontrarse en todos los sectores, algunos trabajadores tienen más probabilidades de estar expuestos a ellos que otros”, señala la institución.
Los principales motivos son “la labor que realizan o los entornos en que se desempeñan y la manera de hacerlo”. Los trabajadores del ámbito sanitario, humanitarios o en situaciones de emergencia “a menudo tienen que realizar tareas que implican riesgos elevados de exposición a eventos adversos, lo que puede afectar negativamente” a su estado psicológico.
Otro de los aspectos preocupantes de estas situaciones es que “el lugar de trabajo puede constituir un entorno que amplifique problemas generales que afectan negativamente a la salud mental, incluidas la discriminación y la desigualdad basadas en factores como la raza, el sexo, la identidad de género, la orientación sexual, la discapacidad, el origen social, la condición de migrante, la religión o la edad”.
Además, “las personas con trastornos mentales graves tienen más probabilidades de ser excluidas del empleo, y de ser objeto de trato desigual cuando están empleadas. Permanecer sin trabajo también representa un riesgo. El desempleo, la inseguridad laboral y financiera y la pérdida reciente del empleo son factores de riesgo de intento de suicidio”.
Por eso, la OMS propone que se adopten medidas encaminadas a la prevención, protección y promoción de la salud mental, apoyo a los trabajadores que sufran este tipo de problemas y crear entornos propicios al cambio.
Para conseguirlo, es preciso formar a las personas responsables en las organizaciones para que sean capaces de reconocer esas situaciones y solucionarlas. Pero también hay que formar a los propios empleados y sensibilizarlos para que aprendan a gestionarlas.